Política

Textos: Dr. Antonio Moreno González

Aunque Albert Einstein dedicó buena parte de su tiempo a la defensa de la democracia, la libertad y la justicia allí donde se le presentaba la ocasión, jamás tuvo tentaciones partidistas, aunque se manifestara afín al socialismo, ni predisposición alguna a aceptar cargos políticos, en general cualquier clase de cargo, ni siquiera los académicos.

Sucedió que a la muerte del primer presidente de Israel, Chaim Weizmann, en 1952, el primer ministro David Ben Gurion, por mediación del embajador israelí en Estados Unidos, le propuso la presidencia de Israel. Le respuesta de Einstein fue contundente: "Sé algo sobre la naturaleza, pero apenas nada sobre los seres humanos". Como se había corrido la voz de tal propuesta entre los medios de comunicación, con la consiguiente invasión mediática de las inmediaciones de su entorno familiar, aprovechó la conversación con el embajador para pedirle que "los periodistas levanten el sitio a que tienen sometida mi casa". Ciertamente no era la persona adecuada para el ejercicio político, ni para despachar con la prensa las muchas vaguedades con que, según él, suelen rellenar las páginas de los periódicos. 

Defendía el socialismo como la alternativa a la competitividad y el individualismo inherentes al capitalismo, sólo combatibles a partir de una economía socialista más equitativa con la posesión de bienes y el desempeño de un empleo, difícilmente garantizable para todos en un sociedad capitalista. Y como siempre, la vía que propone para alcanzar aquellos ideales son la educación y la descentralización del poder político, medida ésta paliativa de lo que al cabo del tiempo contribuyó al fracaso del socialismo soviético: el exceso de burocratización y la concentración del poder que acaba por degenerar en un estado policial. Su figura política no eran los líderes al uso, fue Gandhi. Apoyándose en el ejemplo moral de Gandhi combate el macartismo estadounidense que pone al mismo nivel que el de la persecución nazi hacia los judíos, gitanos y homosexuales. Conocidas son las ominosas descalificaciones y vilezas de que fue objeto Julius Robert Oppenheimer por negarse a continuar con la escalada del armamentismo nuclear tras haber dirigido el proyecto Manhattan del que salieron las primeras bombas atómicas.

La independencia y rebeldía de Einstein le reportó el rechazo alemán, acusando su física de "bolchevique" cuando empezó el acoso por su condición judía, y las cautelas rusas, donde se acosaba a quienes trabajaban en relatividad, mal vista por el dictador Stalin.

En su ideal político estaba esperanzado en que alguna vez fuera posible un gobierno mundial y una Europa unida.   En 1922 fue nombrado miembro de la Comisión para la Cooperación Intelectual de la Liga de Naciones. Dimite en 1923, pero vuelve con el desencanto que poco a poco fue invadiendo sus buenos deseos, no exentos de contradicciones entre los fundamentos sobre los que los sustentaban y sus propias actuaciones.

Acabada la segunda guerra mundial, Einstein junto con otros científicos, muchos de ellos colaboradores en el proyecto Manhattan, acaso para liberarse ellos mismos de sombra tan horrenda, crearon el Comité de Emergencia de los Investigadores Atómicos para alertar a la ciudadanía contra la reproducción de posible desmanes por parte de los políticos en el uso de la energía nuclear. Los cometidos básicos eran:

  1. Promover el empleo de la energía atómica en beneficio de la Humanidad.
  2. Difundir el conocimiento y la información sobre la energía atómica...para que una ciudadanía informada pueda tomar decisiones inteligentes en su propio beneficio y en el de toda la Humanidad.

Antecedente de lo que años después sería el Manifiesto Einstein-Russell comentado más adelante a propósito de la integración de Einstein en los movimientos pacifistas.

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Con David Ben Gurion (1886 - 1973)

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La revista norteamericana The Christian Science Monitor (Agosto, 1960) publicó la foto manipulada en la que J.R. Oppenheimer (1904 - 1967) "ha desaparecido". Una muestra más de la insidiosa y vejatoria persecución a que el senador MacCarthy sometió a cuantos quiso y bajo el lema:"Raspad a un intelectual y encontraréis un comunista". Einstein fue objeto de seguimiento por parte del FBI de Edgar Hoover del que, en cierto modo, dependía también la campaña macartista