Filosofía

Textos: Dr. Antonio Moreno González

Einstein consideraba que su actividad científica formaba parte de las contribuciones filosóficas habidas a lo largo de la historia para entender los misterios de la naturaleza. En el libro escrito junto con su ayudante Leopold Infeld La Física, aventura del pensamiento (Buenos Aires, 1939), a propósito de la reciprocidad entre física y filosofía, en el apartado "El fondo filosófico", escriben:

"Los resultados de las investigaciones científicas determinan a menudo profundos cambios en la concepción filosófica de problemas cuya amplitud escapa al dominio restringido de la ciencia. ¿Cuál es el objeto de la ciencia? ¿Qué requisitos debe cumplir una teoría que pretende describir la naturaleza? Estas cuestiones, aun cuando exceden los límites de la física, están íntimamente relacionadas con ella, ya que tienen su origen en la ciencia. Las generalizaciones filosófica deben basarse sobre las conclusiones científicas. Pero, establecidas y aceptadas aquéllas ampliamente, influyen a su vez en el desarrollo ulterior del pensamiento científico, indicando uno de los múltiples caminos a seguir. Una rebelión afortunada contra lo aceptado da como consecuencia, generalmente, inesperados progresos que traen aparejadas nuevas concepciones filosóficas. Estas observaciones parecerán vagas e insustanciales mientras no estén ilustradas por ejemplos de la historia de la física."

Sin embargo, la actitud de Einstein ante el conocimiento fue peculiar como todo en su vida, es decir no exento de contradicciones. Si bien en los comienzos de su carrera estuvo influido por filósofos positivistas como Ernst Mach y el matemático Poincaré, en sus años de madurez se apartó del positivismo, incluso llegó a calificar a Mach como "un mal filósofo", convencido cada vez más de que la formulación de las teorías científicas no tenían porqué estar asociadas con la experiencia de la observación. De su encuentro con Einstein, Karl Popper llega a esta conclusión: "Es nuestra inventiva, nuestra imaginación, nuestro intelecto y especialmente el uso de nuestras facultades críticas para discutir y comparar nuestras teorías lo que hace posible que se desarrolle nuestro conocimiento". Lo que Einstein solía resumir en pocas palabras: "Aquí no hay objetivo alguno, sino sólo la ocasión de entregarse a la agradable tarea de pensar". Así relata Popper la impresión personal que le produjo Einstein:

"Es difícil transmitir la impresión que la personalidad de Einstein hizo sobre mí y sobre mi esposa. Simplemente había que confiar en él, había que entregarse sin condiciones a su amabilidad, a su bondad, a su sabiduría, a su sinceridad y a una sencillez casi infantil. Habla a favor de nuestro mundo y a favor de América que un hombre tan ajeno al mundo no sólo pudiera sobrevivir en él, sino que fuera apreciado y respetado."

En relación con su forma de trabajar y comportarse, son ilustrativas las conversaciones con el hijo de Einstein, Hans Albert, y una nutrida representación de colaboradores de Einstein a lo largo de su vida, radiadas por la BBC en 1966, publicadas por G. J. Whitrow en Einstein: el hombre y su obra (México, 1961). Estas son algunas ideas extraídas de las respuestas de Banesh Hoffmann referidas al tiempo en que él y Leopold Infeld, trabajaron bajo la dirección de Einstein a partir de 1937, tras atreverse a presentarse al insigne científico para que les aconsejara algún tema de investigación:

"Yo tuve la fortuna de trabajar con Einstein. Cualquiera hubiera pensado en ello como una maravillosa oportunidad para ver cómo trabajaba su mente y aprender a convertirse uno mismo en un gran científico. Desgraciadamente, no se producen esas revelaciones. El genio no puede reducirse a una serie de reglas simples para que cada cual las siga.

Cuando llegábamos a un callejón sin salida...todos hacíamos una pausa y entonces Einstein se ponía de pie tranquilamente y decía, en su curioso inglés : "I will a little think" ("Voy a pensar un poquito"). Diciendo esto se ponía a caminar para arriba y para abajo o en círculos, mientras jugaba con un mechón de su largo cabello cano, dándole vueltas con su dedo índice. En esos momentos altamente dramáticos, Infeld y yo nos quedábamos completamente callados, sin atrevernos a movernos ni hacer el menor sonido, para no interrumpir el curso de su pensamiento...Había en su rostro una mirada soñadora, lejana y, sin embargo, interiorizada. No daba ninguna apariencia de concentración intensa. Pasaba un minuto más y otro y, de repente, Einstein se relajaba visiblemente y su semblante se iluminaba con una sonrisa...parecía volver a la realidad y darse cuenta de nuestra presencia. Entonces nos daba la solución al problema   y casi siempre la solución funcionaba."

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Ernst Mach (1838 - 1916)

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Repasando ideas